Newton, la gravedad y el silabeo
La ley de la gravedad
Sir Isac Newton en 1687 publica su Philosophiae Naturalis Principia Matemática, libro en el cual condensa sus descubrimientos en los campos de la física y el cálculo matemático. Uno de sus principales postulados fue el establecer que la fuerza gravitatoria entre la Tierra y la Luna es directamente proporcional al producto de las masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia, multiplicando el cociente resultante por una constante llamada “constante de gravitación universal”. Sin embargo, Newton no solo se limitó a esbozar una fórmula, sino que convirtió esta ecuación, al generalizarla para todos los cuerpos del universo, en la “ley de la gravitación universal”. Esta establece que todo cuerpo que se encuentra en un “campo gravitatorio” se ve sometido a la fuerza de la gravedad, la cual le imprime una aceleración. Esta haría que un cuerpo de masa inferior sea atraído por otro cuerpo de masa superior, inevitablemente.
Tal vez Newton no imaginó que el silabeo tenga como principio esta ley. Solo que en lugar de cuerpos de masas inferiores o superiores tenemos sonidos, pues el silabeo es ante todo de naturaleza acústica y no como se suele catalogar cuestión de grafías, es decir, de naturaleza visual. Entonces, debemos clasificar los sonidos. Entenderemos sonidos inferiores a las 19 consonantes o fonemas consonánticos, y llamaremos sonidos superiores a las 5 vocales o fonemas vocálicos. La fonología los incluye dentro de los fonemas segmentales, y los divide a su vez en independientes (vocales) y dependientes (consonantes). Esta división se realiza con el criterio más importante en el silabeo: la capacidad exclusiva de las vocales de ser núcleo de sílaba.
Gravedad y sílabas
Cuando deseemos dividir en sílabas a una palabra recordemos la ley de gravedad de Newton antes mencionada. Recordemos: los cuerpos inferiores son atraídos hacia los cuerpos superiores inevitablemente. Es decir, las consonantes serán atraídas por las vocales inevitablemente. Por ejemplo,
Demostrar : dE mOs trAr
Capacidad : cA pA cI dAd
En estas palabras, las vocales ejercen “una fuerza gravitatoria” en las consonantes cercanas de tal manera que estas se unen a sus respectivos núcleos formando una sílaba. Inténtalo con las siguientes palabras: vergel, azúcar, ayúdame, palpitar, búsqueda, altitud, etc.
Sin embargo, sabemos que las palabras no siempre serán tan simples como las anteriores, es decir, palabras que presenten una vocal por sílaba. Es más, ¿qué sucede con esas palabras que tienen dos vocales por sílaba (dioses, huida, Paola, grúa), o con las que tienen tres (estudiéis, Paraguay), o con las de cuatro (oíais) o cinco (reoíais)?, ¿qué sucede con los tan incomprensibles diptongos, triptongos o hiato? En estos casos, esta ley se deberá aplicar en un segundo nivel. Es decir, los cuerpos inferiores y superiores serán las vocales.
Diptongo y triptongos: una misma lógica
El elemento común de estos dos fenómenos acústicos es la unión. Ya sea de dos sonidos vocálicos (diptongo), ya sea de tres (triptongo). La ley de la atracción de los cuerpos inferiores hacia los cuerpos superiores también es posible aplicarla en estos casos. Solo que haremos la siguiente equivalencia: cuerpos inferiores igual a vocales débiles (i, u); cuerpos superiores igual a vocales fuertes (a,e,o). Los sonidos fuertes siempre atraerán a los sonidos débiles, inevitablemente.
Por ejemplo
1) Dioses : diO ses
2) Maullar : mAu llar
3) Piano : piA no
4) Duende : duEn de
5) Huida : huI da
6) Pingüino : pin güI no
7) Cuídate : CuÍ da te
8) Estudiéis : es tu diÉis
9) Paraguay : pa ra guAy
En los casos anteriores se puede apreciar como las vocales fuertes atraen a las débiles, lo que confirma el postulado anterior. Incluso, para los casos 5, 6 y 7 también es válida la regla, a pesar de creer que son dos sonidos débiles (i,u) los que se están uniendo. Para entender este punto debemos recordar siempre la naturaleza acústica de este tema. En el nivel de la escritura tanto la “i” como la “u” son débiles o cerradas, pero en el nivel acústico de la pronunciación, esta igualdad se rompe, se quiebra, pues será una de las dos vocales quien presente un sonido superior. En los casos citados, será la “i” ese sonido superior; sonido al cual se unirá la “u” sin dudar. Recordemos, además, que la tildación en estos casos obedece exclusivamente a las reglas generales de acentuación, y no a la tan incomprendida tilde disolvente.
El hiato y la tilde disolvente
El hiato no es ajeno a la ley de la gravedad. Incluso, es el caso que revalida la regla. Dado que todo cuerpo inferior es atraído por un cuerpo superior, ¿qué pasaría si se encuentran dos cuerpos de igual nivel? Obviamente, no se atraerían, se opondrían. O por decirlo nuevamente, no podrían atraerse, permanecerían separados, se crearía una tensión que evitaría la unión. Esta última condición es la que importa en el hiato. Las vocales no se juntan. Las vocales permanecerán separadas.
Por ejemplo
1) Paola : pA O la
2) Leer : lE E
3) Tiito : tI I to
4) Zoológico : zO O ló gi co
5) Leandro : lE An dro
6) Grúa : GrÚ A
7) Tío : tÍ O
La tensión que genera cada una de las vocales evita la unión. La misma intensidad acústica provoca que permanezcan en sílabas distintas. Esta es la lógica del hiato: el respetar la ley de la gravedad, verbigracia de respetar la siguiente ley fundamental del silabeo: solo podrá existir un sonido superior por sílaba. O lo que es igual: solo existe un sonido vocálico fuerte (núcleo) por sílaba. En este contexto, la tilde disolvente más que una condición para separar es la marca que se pone a las vocales débiles después de la separación. No se coloca la tilde para separar, sino se coloca para advertir al lector que se ha separado o que debe separar al leer. Tanto en el ejemplo 6 y 7, la tilde indica que en la pronunciación se ha separado U – A o I – O, pues esas vocales débiles se han pronunciado con una intensidad idéntica a la de las vocales fuertes. Se deberá, entonces, aceptar la siguiente convención: cada vez que se pronuncie una vocal débil al nivel de las vocales fuertes se deberá no juntar (separar) y colocar tilde disolvente. Esta adquirió ese nombre pues disuelve el diptongo que existiría sin ella (rio: pretérito de reír - diptongo es diferente a río:sustantivo - hiato).
Oíais y reoíais: aplicación de los casos
Estos últimos casos no nos deben crear complicaciones si seguimos lo antes explicado. Solo podrá existir un núcleo por sílaba, ergo, un sonido fuerte. Los sonidos se atraerán o no se atraerán, es decir, unión o separación. Así, para resolver estos casos “complejos” establezcamos límites. Primero identifiquemos los sonidos fuertes en la pronunciación (en este momento usted debe pronunciarlos). Usted debe llegar a la conclusión que los sonidos fuertes son: en oíais, O I A; y en reoíais, E O I A. Estos sonidos se pronuncian con la misma intensidad, entonces serán capaces cada uno de ser núcleo de sílaba.
Oíais : O Í Ais
Reoíais : rE O Í Ais
En el final de estas dos palabras, se utiliza la ley en sí misma: el sonido débil i es atraído por el fuerte, a.
Conclusiones
1) El silabeo se rige por leyes de atracción. Los sonidos superiores atraerán a los inferiores. Serán inferiores, en primer lugar, las consonantes; y en segundo término, las vocales débiles. Los sonidos fuertes por excelencia serán las vocales fuertes o abiertas.
2) El diptongo y el triptongo se rigen bajo el principio de atracción, mientras que el hiato bajo el principio de no atracción.
3) El diptongo, el triptongo y el hiato son fenómenos acústicos. Todo análisis sin pronunciación mental o real podría llevar a un análisis erróneo. Por ejemplo, creer que en guitarra, quena, queso hay diptongo. O que en rey, ley o muy no existe por solo “ver” una vocal.
4) Este tema es vital para el tema de acentuación del cual hablaremos en un siguiente artículo.
No comments:
Post a Comment